lápiz; no obstante lo limitado de sus condiciones, no cesan en su ambición de emprender el vuelo; algunos nunca dejan de intentarlo, y se les puede ver con las alas desplegadas, con cara de flotar por encima del Olimpo pero en realidad arrastrando los pies dificultosamente por encima del suelo. Tienen el cuerpo regordete o extremadamente flaco y en su actual condición ostentan plumajes diversos, así como el pico córneo y una curiosa ausencia de dientes. Para reproducirse ponen huevos, que incuban hasta la eclosión.
Estos emplumados seres tienden a aparearse sólo entre ellos y a asociarse en grupos muy pequeños y exclusivos. Mientras que algunos poetas son esencialmente solitarios, otros pueden llegar a formar muy lucrativas y exitosas bandadas.
La comunicación entre la fauna poética es variable y puede implicar el intercambio de señales de todas clases e incluso graznidos y cantos. Algunos son especialmente hábiles y se destacan por su inteligencia y por la gran diversidad de sonidos que emiten. De hecho, los poetas canoros y los poetas loros son muy populares como mascotas.
En ocasiones, nuestros alados vates llegan a usar sus plumajes tanto para establecer o reafirmar su posición social, como para indicar su estado de disponibilidad para el acto sexual, o simplemente como elemento intimidatorio.
Como dato curioso podemos apuntar que las plumas de los poetas domésticos se usaron durante mucho tiempo para rellenar almohadas; de hecho, en tiempos remotos, también se cazaban cantidad de poetas para usar sus plumas como adorno de sombreros.
Estos emplumados seres tienden a aparearse sólo entre ellos y a asociarse en grupos muy pequeños y exclusivos. Mientras que algunos poetas son esencialmente solitarios, otros pueden llegar a formar muy lucrativas y exitosas bandadas.
La comunicación entre la fauna poética es variable y puede implicar el intercambio de señales de todas clases e incluso graznidos y cantos. Algunos son especialmente hábiles y se destacan por su inteligencia y por la gran diversidad de sonidos que emiten. De hecho, los poetas canoros y los poetas loros son muy populares como mascotas.
En ocasiones, nuestros alados vates llegan a usar sus plumajes tanto para establecer o reafirmar su posición social, como para indicar su estado de disponibilidad para el acto sexual, o simplemente como elemento intimidatorio.
Como dato curioso podemos apuntar que las plumas de los poetas domésticos se usaron durante mucho tiempo para rellenar almohadas; de hecho, en tiempos remotos, también se cazaban cantidad de poetas para usar sus plumas como adorno de sombreros.
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